KOLISRAEL.TV: BENDICIONES PARA EL NUEVO AÑO 5768 התשס"ח del Rav Itsjak Ginsburgh shlit"a
BENDICIONES PARA EL NUEVO AÑO 5768 התשס"ח del Rav Itsjak Ginsburgh shlit"a | |
B"H Elul, El Mes de la Misericordia, 5767 El año 5768 que se acerca para bien es un año de shemitá. Por ser el séptimo año de un ciclo de siete años, es observado como año sabático para la Tierra de Israel, durante el cual se nos ordena hacer un alto en el uso agrícola de la tierra. Cada semana observamos el Shabat, el séptimo día del ciclo de siete días, durante el cual nos abstenemos de ocuparnos en tareas mundanas y tratamos de elevar nuestras vidas con santidad, plegaria y estudio de la Torá. Así, cuando el Shabat se marcha, podemos imbuir los días siguientes de la semana con su santidad y bendiciones. Del mismo modo, el año sabático de shemitá puede apreciarse, incluso por aquellos que no son agricultores en la Tierra de Israel, como una oportunidad de dedicar un año a la elevación espiritual por medio del estudio de la Torá. Entonces, al final del año, con nuestra sensibilidad hacia lo espiritual incrementada, podemos confiar en retomar nuestra atención hacia los asuntos mundanos con la intención renovada de llenarlos de santidad. ¿Dónde debemos concentrar nuestros esfuerzos espirituales y el empeño por la elevación en este año que se inicia? Para responder a esta pregunta demos una mirada a la haftará la lectura de los Profetas para el primer día de Rosh Hashaná.[1] Allí se describe el nacimiento del profeta Shmuel (Samuel en castellano). La conexión entre este personaje y Rosh Hashaná se encuentra, por cierto, en la equivalencia numérica entre su nombre y la bendición que nos brindamos en ese día: Shaná Tová, "buen año" (שְׁמוּאֵל = שָׁנָה טוֹבָה). La lectura finaliza con el canto de Janá, la madre de Shmuel, al cumplir su promesa entregando a su hijo para ser iniciado en las tareas del Templo, bajo la tutela de Elí el Sumo Sacerdote. Más adelante en el texto,[2] la Biblia describe la primera experiencia profética de Shmuel. Encontramos a Elí descansando a un costado del Kodesh Hakodashim (Sancta Sanctorum) del Templo y a Shmuel en un rincón más alejado. En cierto momento "La palabra de Dios "saltó" por sobre Elí y habló a Shmuel".[3] Al escuchar su nombre estaba seguro que el sacerdote lo llamaba y corrió hacia su maestro, pero este le aseguró que no lo había llamado. Esta escena se repitió tres veces, comprendiendo Elí entonces que el Todopoderoso era quien estaba llamando a su discípulo por medio de profecía y le indicó que cuando oiga nuevamente la voz conteste "habla Havaiáh, porque tu siervo está escuchando". Es una costumbre referirse al año hebreo por sus tres últimos dígitos, en nuestro caso, 768. Significativamente, el valor numérico de "habla Havaiá, tu siervo está escuchando", en hebreoדַּבֵּר י־הוה כִּי שֹׁמֵעַ עַבְדֶּךָ),daber Havaiá ki shomea avadeja, aludiendo al tema especial del año que nos ocupa: la profecía.נְבוּאָה): 768 = 12 · 64. A su vez, 12 es el valor numérico de la palabra hebrea (זֶה), ze, "esto" y alude a la habilidad profética absolutamente incomparable de Moshé Rabeinu, de quien los sabios resaltan que profetizaba con la frase "esto [exactamente] es lo que dijo Dios ", una habilidad que se describe metafóricamente como la de mirar a través de un cristal limpio y transparente.[4] Existe una conexión especial entre Moshé Rebeinu, el padre de todos los profetas y Shmuel. Enseñan los sabios que éste es comparable a Moshé y Aarón juntos.[5] Por cierto, en los tiempos de Shmuel la profecía volvió a ser tan clara y reveladora como en los tiempos de Moshé, luego de haber sido ocultada durante mucho tiempo, como dice el versículo que hasta la época de Shmuel: "la palabra de Dios era algo precioso, no había una visión revelada".[6] El valor numérico de "profecía", nevuá (נְבוּאָה) es igual al de los tres Nombres sagrados que se refieren a la esencia del Todopoderoso: י־הוה א־היה אהוה, Havaiá, Ekié, Evi. Sus valores numéricos, 26, 21 y 17 respectivamente, suman 64, nevuá. Estos tres Nombres están compuestos por las letras vocales del alfabeto hebreo, alef, hei, vav, iud, אהוי, y corresponden en ese orden a las sefirot de sabiduría (jojmá) entendimiento (biná) y conocimiento (daat). En total estos tres Nombres sagrados tienen 12 letras, aludiendo nuevamente a la profecía de Moshé, ze. Estas 12 letras pueden ser permutadas exactamente de 12 maneras diferentes, teniendo en cuenta que la hei se repite dos veces en cada uno, según la ecuación 4!/2. Entonces podemos meditar acerca de la iluminación que produce cada una de ellas en cada uno de los 12 meses del año, en relación al sentido especial y a las cualidades de la tribu perteneciente a cada mes. En el año que se inicia, debemos procurar ajustar nuestra conciencia en la profecía, tal como es revelada en su máximo nivel y con el matiz especial de profecía que brilla en cada mes en particular. Demos una mirada más profunda a la primera experiencia profética de Shmuel. Elí le indicó que responda "Habla Havaiá, porque Tu siervo está escuchando". Pero en realidad algo levemente diferente: "Habla, porque Tu siervo está escuchando", eliminando el Nombre esencial de Dios. Los comentaristas notan que a pesar de la clara identificación de la voz por parte de Elí, como emanando del Todopoderoso, Shmuel temió que se esté dirigiendo a él otra fuente, como un ángel o incluso un demonio. Como resultado, esta primera profecía continuó de una manera particularmente dura: "Observa, voy a realizar algo en Israel que hará temblar los oídos de aquel que lo oiga". Si se hubiera dirigido con el Nombre de Havaiá, (el Nombre de Dios de la misericordia suprema) hubiera endulzado la severidad de la profecía, pero dudó y le faltó la confianza necesaria para aceptar que ciertamente era Dios quien le hablaba. Su conexión esencial con el Creador, que durante toda la vida de Shmuel se manifestó a través de la sefirá de eternidad (netzaj) (como se reveló cuando se dirigió a Dios más adelante como "el Eterno de Israel que no vacilará ni cambiará",[7]) fue de esta manera mancillada. La sefirá de eternidad dota a la psiquis de una experiencia rectificada de la auto confianza, que en el caso de a la profecía (explica el Zohar que es dada a través de esta sefirá) certifica que es justamente Dios quien habla y no un ángel o hasta un demonio tratando de engañar al profeta. ¿Acaso se podía esperar de un simple niño que posea semejante confianza en si mismo? Shmuel tuvo el privilegio de recibir instrucciones claras de su maestro Elí, podía tranquilamente creer que eran las palabras de Dios, pero, según los sabios, Dios se dirigió a Shmuel usando la voz de Elí. Por cierto, la guematria de la palabra "voz" (136קוֹל) es igual a "Havaiá Elí" (136־הוה עֵלִי=). Continuando con nuestra comparación entre Shmuel y Moshé, los sabios notan que en la zarza ardiente, que constituyó la primera experiencia profética de Moshé, Dios se reveló utilizando la voz de su padre Amram. Cuando un profeta oye Hablar a Dios con la voz de su maestro, particularmente cuando tiene poca experiencia, lo considera un signo de veracidad. De la misma manera, los jasidim sienten que un sueño donde aparece su Rebe es veraz. 768 es también la suma del valor numérico de las palabras "corona" (כֶּתֶר), keter y eternidad, netzaj (נֵצַח), indicando que para fortalecer nuestra sefirá de eternidad, la fuente de la confianza rectificada, debemos atraer la luz de nuestra sefirá supraconciente de la corona. En este año que comienza aumentemos la confianza decidida y rectificada en nosotros mismos. Digamos todos "Habla Havaiá, que Tu siervo está escuchando". A través de la auto anulación inherente en el año sabático de Shemitá, nos transformaremos en recipientes para la profecía y mereceremos el cumplimiento de las palabras proféticas que describen la era mesiánica: "Tus hijos e hijas han de profetizar".[8] Entonces podremos decir de todo corazón: "Que yo pueda ser el sujeto del versículo [referido al Mashíaj]: 'El espíritu de Dios reposará sobre él, el espíritu de la sabiduría y el entendimiento, el espíritu del consejo y el poder, el espíritu del conocimiento y el temor a Dios'",[9] junto con la redención verdadera y completa de mano del justo Mashíaj, ya! (según las palabras del Rebe de Lubavitch de Hoshaná Rabá del 5752,[10]) Mis bendiciones, que sean firmados y sellados para un año bueno y dulce, en todas las cosas, materiales y espirituales. Itzjak GInsburgh. 1 Samuel 1:1. [3]. Yalkut Shimoní Shmuel 97 [4]. Ievamot 49b. Berachot 31b and Shemot Rabbah 16:3 [6]. 1 Shmuel 3:1. [7]. 1 Shmuel 15:29. Ioel 3:1.. Isaías 11:2. [10]. Tomadas de la plegaria que decimos al abrir el arca sagrada antes de la lectura de la Torá en los días festivos. |
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