Sunday, September 23, 2007

KOLISRAEL.TV: La teshuvá y el helado de frutillas :-)

La teshuvá y el helado de frutillas :-)
de funambular funambular - Sunday, 23 de September de 2007, 14:44
 

Transcurría el mes de Elul, y nos llenábamos de proyectos y de propósitos, de sueños de sonrisas abiertas para el próximo año. Atrás quedó Rosh Hashaná, pasó Iom Kipur. Y ahora, como bebés que han nacido a una nueva vuelta, nos quedamos, sonrientes y asombrados, preguntándonos por dónde empezar.

Algún tiempo atrás, alguien en este foro proponía comenzar de a poco, poquito a poco, empezar por las cosas fáciles, y, paso a paso, ir sumergiéndose más y más en Torá. Una propuesta excelente. El único modo de entrar en la Torá, en realidad. Ante la Torá, nada se puede hacer rápido, a las prisas, hiperbólicamente ni con aspavientos. Todo tiene que ser lento y de a poquito, para que sea de verdad.

Sin embargo, hay un ángulo de la Teshuvá que a menudo nos pasa inadvertido, y que no merece menos consideración. Se trata de la recurrencia, de la repetición. A menudo, nos decimos: "Ah, si me encontrara de nuevo en aquella situación, actuaría de tal manera, y no repetiría los errores de entonces. Lástima, que nada vuelve". Y ese es todo un error. Al contrario, todo vuelve, todo. Las mismas situaciones se repiten, vuelven a nosotros, reeditadas, una y otra vez, hasta que somos capaces de manejarlas, y de manejarlas de modo distinto. Mientras tanto, nos están volviendo, nos mantendrán aprisionados, dejándonos difícilmente salir de ahí. Es la dinámica ineludible del aprendizaje. Y es la lección más difícil de aprender.

La dificultad del aprendizaje de las cosas nuevas (que nunca son tan nuevas) es mucha. Pero la dificultad mayor es la de aprender de lo que no es nuevo. Cuando una situación vuelve a nosotros, idéntica, tal como se nos regalara hace uno, dos o mil años. Cuando, ante una situación misma, debemos aprender a actuar de un modo distinto. Porque, de últimas, si nuestras respuestas a esas situaciones no han cambiado, no cambiarán tampoco los resultados. Y eso es lo terrible. Y lo verdaderamente difícil.

Es muy difícil, javerím. Ante situaciones nuevas, solemos saber cómo responder, y siempre creemos estar haciendo lo correcto, porque para eso no tenemos precedente que nos contradiga. Pero, cuando una situción del pasado se reedita ante nosotros, y nuestras tripas rugen por repetir exactamente las mismas respuestas (los mismos errores) de entonces, y nuestro cerebro trata de defenderse y gritar que "estamos en otra pantalla" (tomo prestada metáfora que hace tiempo circulara por aquí), todos los propósitos irreales para el nuevo año se desvanecen, todos los proyectos pasan a segundo plano. Y uno tiene que concentrarse, concentrarse mucho en no dejar que la situación lo maneje, y manejar la situación y darle esquinazo, sabiendo que ya no es más el que era, que no hay modo, como me decían añares atrás (me permitirás que hiciera mía la metáfora hace tanto guiño), no hay modo de que a uno le caiga encima el helado de frutillas cuando no come más helado de frutillas.

Por eso, javerím, os deseo y nos deseo un año lleno de proyectos, de esperanzas, de Teshuvá de la más luminosa. Pero, sobre todo, os y nos deseo la fuerza, una fuerza inmensa para ser capaces de imponerse a las pruebas, a las mismas, siempre las pruebas, paras ser capaces de responder distinto ante las mismas trampas (tentaciones, diría, si no sonara estúpidamente moralizante) y los mismos desafíos. Eso es lo que, desde los primeros días de este año, os deseo y, humilísimamente, me deseo.

Shalóm, vebrajót.

Conchi

 

 

 


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