KOLISRAEL.TV: Re: Herzl y el Sionismo - cómo viramos hacia el Shalóm
 | Re: Herzl y el Sionismo - cómo viramos hacia el Shalóm |
Carmiel, Domingo 29 de Abril de 2007. Ha llamado mi atención el escrito de alguien desde España publicado antes, pero que veo recién ahora, y no puedo dejar de hacer esta reflexión. ¿ Cómo se llamaba el escrito de Theodor Herzl que dio origen al sionismo político? «El Estado Judío»; en varias oportunidades he afirmado que Israel no es un estado judío, que demográficamente una mínima parte de su población es judía; y afirmé esto en la convicción que, hoy en día, para poder ser judío es necesario pertenecer a una comunidad que crea en lo judío y actúe en consecuencia. ¿Y entonces? ¿Quisieron hacer un «estado judío» sin judíos y sin judaísmo? Ésa es la verdadera pregunta que nos tenemos que hacer. La respuesta es contundentemente que sí; que de eso se trataba; y como ejemplo, algunos de los parlamentarios israelíes del Israel de hoy pueden dar pruebas con sus expresiones; no es necesario remontarse a los orígenes. Un estado judío sin judaísmo parece un sinsentido; lo que une al judío con la Tierra de Israel es la promesa que Dios mismo le hizo a nuestro Patriarca Abraham cuando estaba a punto de sacrificar a nuestro Patriarca Isaac en lo que hoy es el Monte del Templo, en Jerusalén; sin embargo, no hay mención a ese legado en el sionismo político, no lo hay en Theodor Herzl ni tampoco en Zeev Jabotinsky, David Ben Gurión o quienes continuaron su mandato. ¿Y entonces? Fue entonces cuando me recordé a mí mismo el nombre de una película estadounidense protagonizada por el actual gobernador de California «Mentiras verdaderas». ¿Y el amor al prójimo? No existe en un Israel en donde la competencia voraz tiende un manto de sospecha sobre el otro, aquel que es distinto a mí y quiere apoderarse de lo mío; la codicia, la envidia, el odio gratuito se han convertido en los móbiles que motivan a más de un israelí. ¿Y eso es judío? No, no lo es; el israelí necesitó diferenciarse y distinguirse del judío diaspórico para demostrar que él sí es fuerte, en contraposición a una supuesta debilidad del judío diaspórico. Sin embargo, el judaísmo sobrevivió dos milenios de Diáspora merced a una fortaleza espiritual y a valores éticos, morales y religiosos. El israelí de hoy en día oculta, tras esa imagen de fuerza, sus propias miserias por carecer de la envergadura moral de sus ancestros, de los que abjura aún en el sistema educativo israelí que no enseña contenidos judaicos, que hace de cuenta que antes que Theodor Herzl editara su libro y convocara al Primer Congreso Sionista en 1897, el Pueblo de Israel no tenía razón de ser. Nuestra tarea, a modo de reparación, es reconquistar la Historia del Pueblo de Israel desde sus inicios, y que cada uno de nosotros vuelva a recorrer el camino del Patriarca Abraham. «¿Y adónde me llevás?», preguntó. «A la Tierra que Yo te mostraré». Cada uno de nosotros debe recordar el Salmo 121 del Rey David, preguntarse «de dónde vendrá mi ayuda» y responderse que somos socios de Dios en la Creación; y que, más allá de las dificultades, los escollos y las vicisitudes que tengamos en nuestras vidas, cada uno de nosotros debe recorrer el camino del Patriarca Abraham; él no contaba con computadoras, televisores, o aviones para cruzar la Península Arábiga y llegar a la Tierra Prometida; y si él pudo venir hace más de tres milenios, fue para que nosotros nos reconectemos con esta Tierra de Israel con benevolencia, la misma bondad suprema que le atribuimos al Patriarca Abraham, y de quienes los mentores del sionismo se han olvidado. |
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