PEKUDEI Rabí Israel Baal Shem Tov enseñó que de cada cosa que uno ve o escucha debe tomar una enseñanza para su servicio a Di-s.
"Y USTED... ¿CUANTO VALE?"
Esta semana leemos además Parshat Shekalim- el aporte del medio shekel de plata de parte de cada judío, para así ser contado en el censo en el desierto. Cuando se realiza un censo, no se realiza de manera ordinaria, persona por persona. Cada miembro de la comunidad debe contribuir con una moneda para caridad, y estas deben contarse. ¿Cuál es el mensaje detrás de esta instrucción? ¿Por qué no contar directamente a la gente?
Podemos sugerir dos: Primero, la Torá apunta que no se cuente quién es usted, sino lo que usted da. Su valor genuino se mide de acuerdo al amor y bondad que imparte a un corazón dolorido.
Preguntaron una vez a Sir Moses Montefiore, diplomático internacional judío y filántropo del siglo 19, en cuánto se auto- cotizaba. El hombre adinerado pensó y nombró una cifra. El otro contestó: "No puede ser correcto. Por mi cálculo usted debe ser muchas veces más rico que el valor de esa suma" Montefiore dijo: "Usted no me preguntó cuánto poseo. Me preguntó cuánto es mi valor. Así que calculé la cantidad que he dado en caridad este año y ésa es la cifra que le di. Valemos por lo que estamos deseosos de compartir con otros" La Torá sugiere que para apreciar el valor y grandeza de un pueblo, no se debe estudiar el número de sus cuerpos, sino la profundidad de sus contribuciones. La Biblia nos dice que para apreciar la importancia de la existencia judía, no se debe estudiar sus números: Los judíos constituyeron sólo el uno por ciento de la sociedad. Más bien, debe examinarse el impacto que este grupo monoteísta ha tenido en el mundo. Otras naciones, culturas y civilizaciones disfrutaron de números mayores, territorios más grandes y ejércitos más poderosos. Pero nadie ha dejado una impresión en el tejido mismo de la civilización como los descendientes de Abraham, Itzjak y Iaakov.
Cuando Thomas Cahill escribió en su exitoso bestseller "Los Regalos de los judíos": Cómo una Tribu de Nómadas del Desierto Cambió la Manera que Todos Pensamos y nos Sentimos: "La mayoría de nuestras mejores palabras nuevo, aventura, sorpresa; individuo único, persona, vocación; tiempo, historia, futuro, libertad, progreso, espíritu; fe, esperanza y justicia- son regalos de los judíos... Apenas podemos levantarnos por la mañana o cruzar la calle sin ser judíos. Soñamos los sueños judíos y esperamos esperanzas judías." Y aquí están las palabras del gran novelista ruso, León Nikolaivitch Tolstoi: "El judío es ese sagrado ser que ha traído del cielo el fuego eterno, y ha iluminado con él al mundo entero. Él es la fuente religiosa, manantial y origen sobre el que el resto de la gente ha dibujado sus creencias y religiones. El judío es el emblema de la eternidad. Él, a quién ni la tortura de miles de años podrá destruir. Él, a quién ni los fusiles, ni espada, ni la inquisición pudo borrarlos de la faz de la tierra. Él, quién fue el primero en producir los Oráculos de Di-s. Él, quién ha sido por siempre el Guardián de la Profecía y lo ha transmitido al resto del mundo. Semejante nación no puede destruirse. El judío es tan eterno como la Eternidad"
Di-s le dice a Moisés que cuente a los judíos: "No cuentes los cuerpos; cuenta lo que ellos contribuirán".
Así como esto se relaciona con nuestra identidad nacional, se refleja en cada persona. A veces uno puede pensar: "No tengo valor. No sumo nada" Viene la Torá y dice que si uno está solo, enclaustrado en su vanidad y egotismo, puede sumar una criatura pequeña, fútil, indigna de contar. Sin embargo, cada uno de nosotros tiene el poder de contribuir algo al mundo, extender la mano a un individuo en necesidad. Cada uno tiene la habilidad de tocar un corazón, alzar un espíritu, encender un alma, mirar a un ser humano a los ojos y decir "estaré aquí por ti" Uno puede ser pequeño, pero el amor y luz que puede traer a otra vida a través de un gesto simple, un sincero "buen día", o un acto de bondad, no puede contarse. Puede cambiar el mundo, literalmente.
Cuando empiece a dar, se abren nuevas sendas en su alma. Uno se libra del cenagal psicológico que a menudo coagula su auto-percepción y empieza a descubrir su valor interno y dignidad de manera inimaginable. Adaptado de un artículo de Y.Y. Jacobson
¿Qué Aprendemos esta Semana de la Parshá?
"CUANDO LA OSCURIDAD DESCIENDE, AVANZAMOS EN NUESTRO VIAJE"
"y al elevarse la nube de encima del Santuario viajaban los hijos de Israel" (Shemot 40:36)
Este Shabat concluimos la lectura del libro de Shemot, que es calificado1 como el "Libro de la Redención" (Shemot), donde se describe la salida del pueblo de Israel de la tierra de Egipto. El libro finaliza con el relato de cómo se levantó el Santuario- el Mishkán- y cómo se reveló en él la Presencia Divina, la Shejiná. La Torá finaliza todo esto con las palabras2: "Y al elevarse la nube de encima del Santuario viajaban los hijos de Israel en todos sus viajes"
Se plantea aquí un doble interrogante: a) ¿Qué relación hay entre este tema y la construcción del Santuario? ¡A simple vista, esto está más vinculado con la descripción3 del esquema de los viajes de los judíos por el desierto? b) Del texto se deja traslucir que el viaje y la aproximación a la Tierra de Israel está relacionada con el alejamiento de la Presencia Divina- precisamente "al elevarse la nube" entonces "viajaban los hijos de Israel". ¿Por qué era así?
UNA MORADA EN LOS (PLANOS) INFERIORES La respuesta a estas dos preguntas es una: el objetivo de todo, tanto del Santuario como de la Creación toda, radica en que los judíos 'viajan' justamente "al subir la nube". No hay novedad alguna en cumplir con la Voluntad de Di-s cuando Su Presencia está revelada aquí abajo. El objetivo es alcanzar la Santidad también cuando ésta se encuentra oculta y tapada, cuando superficialmente parecería que la nube de Di-s 'subió' y no está aquí. El Midrash4 dice: "El Altísimo deseó tener una morada en los inferiores" ¿Acaso existen frente a Di-s superiores e inferiores? La definición de superior e inferior es en lo que respecta al nivel de revelación Divina existente. 'Inferiores' significa un nivel donde la Santidad no brilla abiertamente, lo que genera un tremendamente bajo nivel de espiritualidad. Y justamente en ello consiste el objetivo de la Creación: que ese lugar 'inferior' donde no está revelada la Presencia Divina, ¡se convierta en una "morada" para Di-s! A pesar de que la santidad no está revelada ahí por motus propio, los judíos La hagan morar allí a través de la Torá y el cumplimiento de sus preceptos (Mitzvot).
CUANDO LA NUBE SUBE A la luz de todo esto se entiende, que cuando la nube de Di-s se encuentra aquí abajo y todos ven la revelación de la Shejiná, no puede considerarse a este mundo como 'inferior' y por lo tanto no puede concretarse el objetivo de la Creación. Sólo cuando la nube de Di-s sube y se traslada Arriba y su luz no brilla abiertamente aquí abajo- es cuando comienzan los 'viajes' de los hijos de Israel, en su camino hacia la concreción de la Voluntad Divina. La finalidad del Mishkán es la de conferir al pueblo de Israel la fuerza para traer la santidad al seno del mundo justamente "al elevarse la nube". Ese es el motivo por el cual el relato de la erección del Santuario finaliza con un versículo que habla de cuando "se elevaba la nube", puesto que ése es el objetivo final del Mishkán de Hashem.
NO ASUSTARSE Hay en esto también una orientación y directiva eterna: Hoy en día, cuando el pueblo judío se encuentra en el Exilio Diaspórico -el Galut- donde la oscuridad espiritual impera en el mundo, es éste el momento de cuando debe realizarse el máximo esfuerzo para dedicarse a la Torá y el cumplimiento de sus preceptos. ¡Está prohibido amedrentarse por la oscuridad del Galut! Por el contrario: debemos tomar conciencia de que el objetivo de todo esto es iluminar justamente con la luz de la Torá a esta oscuridad. Tal como el apartarse de la Shejiná del Mishkán constituía la señal de que debe avanzarse en el viaje, así también el propio Exilio y su consecuente oscuridad espiritual nos motivan y mueven a entregarnos a cumplir con la misión Divina, y 'viajar' hacia la completa redención a manos del Mashíaj.
(Likutei Sijot, Tomo 16, Pág. 475)
Notas: 1. Términos del Ramban al fin de nuestra Parshá. 2. Pekudei 40:36. 3. relatado en Bamidbar 9:15 en adelante. 4. Tanjumá Nasó 16. Véase también Bamidbar Rabá Parshá 13:6
"EL CASHER Y LA BUENA VISIÓN" Un jasid que visitó al Rebe de Lubavitch para pedir una bendición para su hijo que cumplía Bar Mitzvá, recordó en medio de la audiencia privada a su vecina judía, que sufría de una enfermedad terrible en sus ojos y apenas veía. La situación empeoraba día a día y por eso decidió pedir una bendición para ella también.
El Rebe oyó la historia y preguntó: "¿La mujer come casher?". El jasid respondió que se conducía como la mayoría de los judíos americanos. El Rebe le dijo seriamente: "Muchos judíos americanos comen casher. Habla con ella y dile que desde hoy en adelante coma alimentos casher y Di-s mediante, la enfermedad se marchará". Y así fue. La mujer comenzó a cuidar la dieta del cashrut y lentamente la visión se mejoró por completo.
* por el Rav Iosef I. Feigelstock
LO QUE DEBEMOS SABER ACERCA DE "PARSHAT SHEKALIM"
La Parshá de Shekalim se encuentra en (Shemot 30: 11-16). Esta sección trata acerca de la donación del medio shekel (ciclo de plata) que debían aportar todos los varones mayores de veinte años. Dicho dinero era utilizado para los menesteres del Santuario.
Conozcamos más detalles: En la época del Gran Templo, cada judío debía aportar medio shekel anualmente -lo que constituía una mitzvá positiva-, utilizado para adquirir los sacrificios comunitarios que se ofrecían diariamente. Estos sacrificios eran adquiridos con la donación del medio shekel de ese año, y de ningún otro.
Todos tenían el deber de cumplir esta mitzvá, aun el pobre que obtenía su sustento mediante la caridad.
Todas las contribuciones de medio shékel debían llegar al Gran Templo antes de Rosh Jodesh Nisán, pues en esa fecha se hacían las asignaciones del tesoro para la compra de los sacrificios comunales que se traían durante el año. De igual forma, era necesario que cada judío participara de esos sacrificios puesto que servían de expiación para el pueblo entero.
Los Sabios estipularon que en el Shabat inmediatamente anterior a Adar o en Rosh Jodesh mismo, si fuera Shabat- debía leerse la sección de la Torá que trata acerca del medio shékel, pues en Shabat la nación entera se reúne en las sinagogas y casas de estudio para escuchar la lectura de la Torá. La Parshat Shekalim que se leía entonces servía como el primer llamado para el cumplimiento de la mitzvá en el momento apropiado.
Hoy en día, cuando no tenemos el Beit HaMikdash, los sacrificios, ni la mitzvá del medio shékel, leemos no obstante Parshat Shkalim en la época correspondiente para que por medio de su lectura nos sea considerado como si realmente hubiésemos cumplido la mitzvá, como expresa el versículo (Hoshéa 14:3): Te tributaremos la plegaria de nuestros labios en lugar del sacrificio de novillos; es decir, nuestras plegarias ocuparán el lugar de los animales que ya no podemos sacrificar -y del mismo modo, de las mitzvot que no podemos cumplir-.
Existe otra razón: los Sabios ordenaron que la sección de Shekalím fuera leída en su momento adecuado aun hoy día, ya que dado que oramos por la pronta reconstrucción del Beit HaMikdash, es nuestro deber familiarizarnos con la forma correcta de cumplir este precepto.
"LO SALVÓ LA MITZVÁ"
David Miller [no es su verdadero nombre], una persona observante de los preceptos religiosos judíos, estaba en el aeropuerto Logan (en Boston) alistándose para abordar su vuelo. Se dirigía a Los Ángeles en un importante viaje de negocios y estaba obligado a tomar este temprano vuelo ya que muchos de sus asuntos de negocios dependían de ello. Abordó el avión, observó que las puertas se cerraban, y tomó asiento. De repente, recordó que había dejado sus tefilín o filacterias (las cajas rituales con correas usadas por los hombres judíos en sus oraciones) en la sala de abordaje de la Terminal. De manera cortés, preguntó a la azafata si podía regresar y recuperar sus tefilín, que se hallaban en un asiento a pocos pasos de la puerta. Ella le dijo que una vez que las puertas del avión se cerraban, nadie podía bajar de él. Sin aceptar esto, él preguntó si podría hablar con el piloto para que le diera un permiso especial. Seguramente él comprendería. El comandante de la nave no accedió. Simplemente le confirmó la política de la aerolínea. David no estaba dispuesto a perder el cumplimiento de su preciada mitzvá (precepto), ni permitir que sus valiosos y sagrados tefilín se perdieran tan fácilmente, por lo cual, sin saber qué más podía hacer, empezó a gritar con toda la fuerza de sus pulmones: '¡Voy a perder mis tefilín!'. La tripulación le pidió que se calmara, pero él se rehusó a dejar de hacer el escándalo
un verdadero disturbio. Finalmente, estaba haciendo tanto alboroto y había provocado tal tumulto que la tripulación del avión le dijo que podía descender de la nave, simplemente porque ya era una verdadera molestia. De hecho, aunque sólo le hubiera tomado alrededor de 90 segundos salir de la nave, tomar sus tefilín y correr de regreso, ellos no iban a esperar por él. No importaba. David no pensaba perder sus tefilín, incluso si ello le causaba grandes inconvenientes o le acarreaba pérdidas en sus negocios. Así, David salió del avión, para nunca volver a abordarlo. Este vuelo era el United 175
el segundo avión que se impactó contra el World Trade Center de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. La devoción de David por esta mitzvá salvó su vida. Sin embargo, las consecuencias de las acciones de David no terminaron ahí. Al principio, los terroristas querían chocar contra ambas torres al mismo tiempo, para maximizar la explosiva matanza. Después se supo que, debido al alboroto que David causó, el avión retrasó su despegue, provocando la diferencia de 18 minutos entre cada impacto de los aviones contra las dos torres gemelas. Este retrasó permitió que miles de otras personas escaparan con vida de los dos edificios. Literalmente millares de vidas, si no que es que docenas de millares, fueron salvadas debido a que un judío no abandonó sus amados tefilín.
(Esta historia está documentada en 'Even in the Darkest Moments', por Zeev Breier)
Nuestros Sabios dijeron: "Todo está en manos del Cielo, fuera del temor al Cielo" De aquí que el sustento está en manos del Cielo y el temor a Di-s en manos del hombre. Pero lamentablemente, las personas cambian el orden: corren detrás del sustento y dejan el temor al Cielo en manos de Di-s.
(Rabí Itzjak Meir de Gur)
Tomada de Jabad Lubavitch. Para pensar , aprender y entender .
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