El valor de la plegaria está condicionado por la profundidad del sentimiento con la que se expresa y no debe ser pronunciada como lo describiese el profeta Isaías 29:13: "Por cuanto ese pueblo se Me ha allegado con su boca y Me han honrado con sus labios, mientras que su corazón está lejos de Mí"; diciendo que la plegaria se había convertido en una expresión externa y superficial, de la boca hacia fuera, mientras que el sentimiento está ocupado en otros temas y cuestiones, por lo que el profeta previene, en el final del versículo: "y el temor que es un mandamiento aprendido de los hombres...", diciendo que tampoco desea ese tipo de actitud artificial.
En principio, la oración no tiene limitaciones de contenido, estilo, o idioma, ni tiempos establecidos, porque su importancia deriva del servicio en el corazón, como expresión personal que puede elevarse en cada instante, y por todos los medios. Sin embargo, los miembros de la Magna Asamblea, determinaron la redacción de dieciocho bendiciones, con el propósito de concentrar las peticiones y necesidades más importantes de cada persona en las áreas más trascendentes de su vida.
Esta oración central fue destinada a recitarse tres veces al día como reemplazo y complemento del servicio de las ofrendas diarias que se acostumbraba en época del Templo.
Estas tres oraciones ya fueron sugeridas por nuestros patriarcas, tal como leemos en los versículos del Génesis 19:27, 24:63 y 28:11: "Y Abraham se levantó a la mañana, rumbo al lugar donde se detuvo"; "Y salió Isaac a dialogar en el campo cuando aparecía la tarde"; sobre el patriarca Iaacov leemos: "Y se encontró en el lugar y pernoctó allí, pues el sol se había puesto", respectivamente. 'Detenerse', 'dialogar' y 'encontrarse', son verbos relacionados con la plegaria.
Las oraciones que acompañaron la vida del pueblo judío en todas las generaciones, cobraron mayor significado a partir de la destrucción del Templo, tal como lo expresa el profeta Oseas 14:3: "en vez de novillos te ofreceremos nuestros labios". El objetivo de las ofrendas era acercar a los hijos de Israel al Padre Celestial y cuando fueron abolidas, las oraciones se destinaron al mismo objetivo: la creación de un contacto directo sin intermediarios entre las personas y su Creador.
La oración matinal Shajarit
Envueltos en el taled, engalanados por los tefllín, comenzamos la oración de Shajarit. En el inicio, la lectura
de akedat Itzjak, relato de la amarradura de Isaac, de Génesis 22, con el objetivo de:
a. Despertar el sentimiento hacia esa predisposición de entrega y sacrificio para cumplir con el mandato divino, tal como Abraham lo percibía, dispuesto incluso a ofrendar a su hijo. Como los soldados buenos y fieles, disciplinados a las órdenes de sus superiores, también nosotros, estamos preparándonos para cumplir con el mandato de "Y amarás a H' tu D's, con todo el corazón, con toda tu alma y con todos tus bienes" - 'aún cuando te quiten tu alma'.
b. Conmemorar cotidianamente lo expresado por el ángel a
Abraham: "No pongas mano en el niño, no le hagas nada"
(Génesis 22:12). El Santo Bendito, no desea ofrendas humanas.
Está en contra del derramamiento de sangre y a favor de la
esperanza de la paz y la vida.
e. Invocar la piedad celestial sumando los méritos de nuestros patriarcas, tal como lo expresamos en la oración que continúa la lectura del capitulo bíblico: "Supremo Señor del mundo: Ten presente el Pacto que has acordado con nuestros patriarcas. Así como Abraham supo dominar el sentimiento de compasión por su hijo y estuvo dispuesto a inmolarlo con tal de cumplir tu voluntad, así te rogamos quieras contener tu ira contra nosotros, haz prevalecer tu compasión en todo cuanto se refiere a nuestra conducta. Júzganos con indulgencia, lenificando el rigor de la ley..."
Después, leemos el primer fragmento del shemá, para evitar que si nos extendiésemos en las oraciones, lleguemos fuera de horario al shemá que debe leerse antes del fin de la 'tercera hora' de la cuenta talmúdica de las horas (Que se obtiene de dividir por 12 cl tiempo que corre entre la salida y la puesta del sol, por lo que no es uniforme en la cantidad de minutos que contiene, misma que varía constantemente durante el año y es más larga en verano que en invierno. Para evitar confusiones en muchas comunidades las autoridades rabínicas publican los horarios máximos diarios de la lectura del shemá).
Después del shemá leemos los capítulos descriptivos de las ofrendas. Particularmente los de la ofrenda cotidiana matinal,
el Tamid, con la que comenzaba el servicio en el Templo de Jerusalén, que era seguido por todos los servicios del día, tal como lo explica el amoraítaAbaye, en el Talmud.
Como consecuencia de ello estudiamos un capitulo de Masejet Zevajim, en el que se encuentra la descripción de todos los tipos y detalles de las ofrendas.
Al estudiar este capítulo expresamos la esperanza de la reconstrucción del Templo y la renovación del servicio, como una parte inseparable de la visión de la redención de todo el pueblo de Israel. El estudio del capítulo ocupa simbólicamente el lugar de las ofrendas, tal como ya lo citáramos "en vez de novillos te ofreceremos nuestros labios" (Oseas 14:3) y "ésta es la ley del holocausto, de la oblación, del sacrificio por el pecado, del sacrificio de la reparación, del sacrificio de investidura y del sacrificio de comunión" (Levítico 7:37), de donde nuestros sabios de bendita memoria interpretaron que todo aquél que se ocupa del estudio de la ley del holocausto, de la oblación, del sacrificio por el pecado, del sacrificio de la reparación, del sacrificio de investidura y del sacrificio de comunión, es considerado como si hubiese elevado la ofrenda apropiadamente.
A la finalización del capítulo de las ofrendas de Shajarit decimos la Beraitá de los tanaítas, de Rabí Ishmael, (que no fuera incluida en los seis órdenes de la Mishná recopilados por Rabí Yehudá el Príncipe), que nos detalla las trece reglas de la hermenéutica que se usan para la interpretación adecuada de la Torá. Estas reglas son la clave para el enlace de la Torá Shebeal Pe, con la Torá ShebUtav, las Escrituras escritas con la tradición oral, enseñándonos que nos fueron entregadas simultáneamente en el Monte Sinaí y que no existe ninguna posibilidad de separación o de ruptura entre ellas.
Esta oración es la base fundamental de la fe judía y de nuestra obligación de cumplir con los preceptos de la Torá, tal como leemos en el Levítico (26:46), "Y estos son los preceptos, normas y leyes que D's estableció entre El y los israelitas en el monte Sinaí, por medio de Moisés". 'Leyes', en hebreo- torot -, en plural, se refieren a la Torá escrita y a la
oral, que es el comentario y la complementación a la Torá escrita y que fueron entregados simultáneamente, en la misma ocasión en el Sinaí.
- Salmos de Alabanza
"Primero se deben ordenar las alabanzas al Omnipresente y después decir sus plegarias". De este dicho de los sabios se aprende que no es respetuoso presentarse ante el Santo Bendito Sea con los pedidos de las necesidades cotidianas antes que le expresemos nuestro aprecio, nuestras alabanzas y nuestro agradecimiento. Por ello, la Mishná en Brajot (5:1), nos relata que "los primeros piadosos se preparaban una hora antes de la plegaria", es decir, antes de la oración de shemoné esré. En otras palabras, se detenían a recitar alabanzas y odas al Creador del Mundo - de capítulos tomados principalmente del libro de los Salmos, - Tehilim -, fuente inagotable de himnos, canciones y poesías de encomio y exaltación por los prodigios realizados por D's. Siguiendo esa enseñanza, incluimos capítulos de los Salmos en la oración matinal, ellos son los psuké dezimrá y en nuestra lengua "los versículos de alabanza".
En las oraciones de los sábados y de los días de fiesta, ya sin el apuro por realizar las actividades cotidianas, incluimos una cantidad mayor de salmos, que en los días de semana.
Según el ritual de Sefarad (adoptado por las comunidades sefardíes y por los ashkenazíes identificados con las distintas escuelas del jasidismo que siguen el orden del Ar"i z"l, Rabí Isaac Luna de Tzfat, uno de los más importantes cabalistas de todos los tiempos), los psuké dezimrá comienzan con el capítulo hodu laH' de 1 Crónicas 16: 8-36 y luego con el Salmo 30 y recién después con la oración baruj sheamar
-Loado sea el que con la palabra creó el mundo-, bendición con la que comienza esta parte de la plegaria propiamente dicha. El ritual de ashkenaz (usado por los descendientes de la zona de Alemania), establece otro orden: Se comienza con el Salmo 30 y baruj sheamar precede al capítulo de Crónicas.
Psuké dezimrá comienza con una bendición -como ya vimos- y finaliza con otra: ishtabaj -Alabado sea tu nombre eternamente-.
Las dos bendiciones, al comienzo y al cierre, convierten a los psuké dezimrá en una unidad, que no puede ser interrumpida por conversaciones. Sólo se puede contestar amén o palabras que tengan santidad.
Algunos capítulos se recitan de pie.
Durante baruj sheamar se acostumbra tomar dos tzitziot del taled y besanas a la finalización de la oración.
El Salmo 100 mizmor letodá -Himno de Gracias-, se omite en los días en los que la ofrenda de gracias no se elevaba:
sábados, durante las festividades, el día previo a Kipur y a Pesaj y en los de entre fiesta de Pesaj. La costumbre sefardí ordena recitarlo también en esos días, excepto Shabat.
El Salmo 145, ashrei -Bienaventurados los que residen en tu mansión-, ocupa un lugar central en psuké dezimrá, está escrito en forma de acróstico alfabético, exceptuando la letra nun. El versículo "abres tu mano y sacias a todo viviente a su placer" -poteaj et yadeja- debe decirse con intención especial, durante su recitado se acostumbra posar la mano en los tefihín de la mano y de la cabeza y besarla. También se acostumbra extender y abrir las manos durante su recitado.
Nuestros sabios de bendita memoria dijeron que quien recita tres veces diarias el Salmo 145, que expresa su fe en la Providencia, tiene asegurada su parte en el mundo venidero. Por ello se dice ashrei tres veces por día; dos en la oración matinal y una en la vespertina.
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